lunes, 12 de enero de 2009

Mark Spitz, todo un mito







Mark Spitz nació en Modesto, California, el 10 de febrero de 1950, en el seno de una familia judía de clase media. Cuando tenía dos años, su familia se mudó a Hawaii. Fue entonces cuando comenzó en idilio entre el joven Mark y la natación. Spitz nadaba a diario en las aguas del océano pacífico.

Ya de vuelta en California, Spitz continuó progresando en un deporte que parecía hecho para él. Siendo aún un adolescente, Mark Spitz ostentaba ya varios récords mundiales y era el más absoluto dominador de la natación entre sus coetáneos en todo el planeta.

Antes de su primera aparición en unos Juegos Olímpicos, en Méjico 1968, Spitz participó en algunas competiciones internacionales. Tuvo un gran éxito al dominar, con solo 15 años, los Juegos Macabeos, en Tel Aviv. 2 años más tarde, en 1967, estableció un récord al obtener 5 medallas de oro en los Juegos Panamericanos, que tuvieron lugar en Winnipeg.

Pero la competición en la que Spitz forjó su mito fueron los Juegos Olímpicos. Su primera aparición en unos juegos fue en Méjico 1968. Spitz era ya entonces poseedor de 10 plusmarcas mundiales. Las expectativas eran altísimas. Sin embargo, un jovencísimo Spitz logró “solamente” dos medallas de oro y una de plata, en lo que supuso un relativo fracaso.

No obstante, los Juegos Olímpicos dieron, en Munich 1972, una segunda oportunidad a Mark Spitz, que este aprovechó para firmar una actuación memorable que será recordada para siempre y que ha perdurado casi 40 años. Spitz fue capaz de conseguir 7 medallas de oro, estableciendo además una nueva plusmarca mundial en cada una de las pruebas en las que venció. Fue un hito nunca visto hasta la fecha y que todavía hoy asombra.

Además, aquella hazaña estuvo marcada por el momento en el que se produjo. Durante el transcurso de los mencionados juegos de Munich, tuvo lugar el secuestro de 11 atletas de la delegación israelí por parte de un grupo de terroristas palestinos. Este desgraciado incidente acabó con la muerte de los secuestrados. Esto no empañó la impecable actuación de Spitz, quien abandonó muy afectado y entre enormes medidas de seguridad la ciudad de Munich, al temerse que él también fuera objetivo de los terroristas, por su origen judío.

No fue así, y Spitz regresó a los Estados Unidos como un auténtico héroe. Tras los juegos de Munich en los que logró el objetivo de los 7 oros, Spitz se retiró de la competición en natación. Como deben de hacer las verdaderas estrellas, fue capaz de apartarse del camino cuando se encontraba en el cénit de su carrera, cuando su palmarés asustaba.

Aunque su espectacular marca ha sido recientemente superada en Pekín por el también norteamericano Michael Phelps, que consiguió 8 oros, la aureola de leyenda de Spitz es todavía mayor que la de Phelps. Quizá sea por el paso del tiempo, imprescindible a la hora de forjar mitos. Aunque también cuentan a favor de Mark Spitz los componentes del carisma (muchísimo mayor en su caso que en el de Phelps) y de la coyuntura histórica en la que consiguió sus triunfos.

En cualquier caso, ambos son unos verdaderos fenómenos, y probablemente los mejores
nadadores de todos los tiempos.
Bibliografía utilizada:

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